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martes, 23 de febrero de 2016

Cosas que debes saber para disfrutar tu viaje por las Antillas

Arrom, José Juan . Mitología y Artes Prehispánicas de las Antillas. Segunda edición Siglo XXI Editores. 1989
 
El libro de poco más de 125 páginas, hace un recuento de los principales dioses a los que se les rendía culto en el área de las Antillas, entre los que destacan el ser supremo, la madre, el sol, la lluvia y el dios perro.


El autor advierte de inicio que pocas culturas han sido tan arrasadas en la historia como fue la de los taínos, y que a pesar de su enorme contribución a nuestra lengua, ni se elaboraron gramáticas ni se preservó la lengua, lo que ahora mismo sería esencial para comprender los elementos de su culto a los dioses, genéricamente llamados Cemíes.


Refiere el autor que la mejor fuente original que se pudo hallar es el opúsculo de un fraile apellidado Pané publicado en Venecia en 1571


Tal vez  no esté de más consignar que si me he propuesto recuperar el sentido y el alcance de aquella obliterada mitología no es por mero despliegue de erudición. Los mitos suelen ser compendio de las experiencias de un pueblo, frente de sus mejores obras de arte y origen de sus creencias más profundas y significativas.


Muy al gusto de los evangelistas europeos fue el hecho de que interpretaron que los taínos tenían un solo dios y que este tenía  madre, lo que se ajustaba a sus creencias cristianas. El nombre de ese ser era Yocahuamá. La terminación huamá se traduciría como Lord al inglés, es decir un Gran Señor


A la madre de su dios le dan los nombres de Atabey, Yermao,  Guacar, Guacarapita y Guimazoa, que se traduciría como la madre de las aguas.


 Como es natural en una isla, lo que más debieron temer los taínos es a los huracanes. Sin embargo la tradición explica que la diosa madre se apiadó de ellos y les enseño los secretos del agua: tal vez los ciclos de las mareas o de los propios huracanes, de manera que se pudieran prevenir de accidentes fatales.


 Es interesante hacer notar que las representaciones del dios de todas las cosas, Yocahuamá, tenían forma triangular. Así que (ya en una interpretación personal del autor de este ensayo) les vino muy bien a los misioneros, porque representaba una trinidad.


Mahuatihuel, se traduce como el Señor del Alba y aunque podría tratarse de un cacique, Arrom está convencido que es el nombre que le daban al Sol, que sería otro de sus dioses. Además señala que había una cueva que los indígenas adjudicaban como  lugar de nacimiento de los gemelos que representaban al día y a la noche. Esta última representada por Márohu, la luna.


E igual que ahora que se da a los huracanes nombres femeninos, loa habitantes de las islas adjudicaban a los caprichos de una diosa, la veleidad de los vientos. Guabancex se llamaba la colérica diosa que agitaba el viento y el agua, echando por tierra las casas. Quien sí tenía género masculino era Tupán, el dios del trueno.


Termina el autor el capítulo, buscando el origen de la palabra huracán que acabó incorporándose en  pleno al castellano. Sostiene que en maya-quiche la palabra significa Corazón del Cielo. Mientras que en el Caribe si tenía el significado de “Tempestad muy excesiva”, según lo tradujo un conquistador español de apellido Oviedo, o Tormenta.


Opilyehuobirán, menciona el autor en la segunda parte de su libro, era considerado por el misionero Pané como un cacique, pero Arrom piensa que hay elementos para considerarlo un dios que andaba en 4 patas. Se le podría tomar por un perro, pero también como el Señor de los Muertos, pues la voz Opiye se considera el Espíritu de los Muertos.


Los taínos tenían también la creencia de que los muertos volvían y tenían urnas funerarias. Colón decía que cuando hablaban siempre sonreían. Eran un pueblo confiado, y probablemente esto lo debían a que se sentían protegidos por sus antepasados.


Otro de sus dioses era Baibrama y la leyenda decía que habiendo quedado deformado por una enfermedad, fue atendido con ungüentos de yuca. Las figuras que lo representaban contaban con una plataforma, donde probablemente le rendían ofrenda colocando precisamente su principal fuente de alimentos, la yuca.


A este Cemí, decía la leyenda, le volvieron a crecer los brazos, lo que probablemente aludía a la extensión de raíces. Las raíces de la yuca son venenosas, la sustancia activa del veneno es el ácido prúsico, que desaparece al hervirla. Entonces es comestible y el jugo puede ser un saborizante de la comida.


Baibrama es representado con un rictus de mucho coraje, lo que según el autor cumple una función pedagógica pues advierte que si la yuca no se raya y hierve, tarea que puede ser tediosa, entonces envenena.


Corocote es otro díos del cual existen pocas referencias, pero al que atribuían acostarse con las mujeres. Se le llamaba también Wa Murreti, que significa creador. Si en verdad era un dios, podía ser el de la fertilidad, y si no, si hubiera sido un cacique, tal vez era un hombre que acostumbraba acostarse con las mujeres de sus súbditos.


Otra leyenda es similar a la de Cronos: el equivalente Caribe se llamaba Yayá y tenía un hijo llamado Yayael, que lo quiso matar.


El dios padre se le adelantó y guardo sus huesos, que se habrían convertido en peces y en un caracol, Caracaracol le llamaban. Yaya se alimentaba de los peces, que eran sus hijos.


Leyendas fundacionales


Termina el libro aludiendo a las leyendas de como explicaban estos pueblos sus orígenes. Pensaban que procedían de un lugar llamado Caunao, nombre que comparten varios ríos de las Antillas. La traducción sería el lugar más valioso, por lo que los materialistas conquistadores lo traducían como el lugar de donde procede el oro.


Pero para los pobladores lo más valioso significaba el origen de la vida.


Lo más valioso serían los taínos, pero hay otra cueva que, según estos, era el origen de otros homínidos menos valiosos, los Amayinos. Estos, que llevaban el cabello largo, eran el equivalente de los Bárbaros, como le llamaban los romanos a los pueblos extraños, los que no hablaban latín.


Algunas versiones hablan de que los primeros hombres y mujeres eran hermanos, razón por la cual uno de sus dioses Guayahona los separó, dejando incluso a los niños sin protección y a los padres incapaces de alimentarlos.


Esta sería una de las causas de la leyenda de las amazonas, pues Colón pensó que en esta isla que nunca encontró habitaban solo mujeres.


Otra versión establece que una joven tenía encuentros sexuales con un desconocido. Que la madre se untó las manos con hollín para marcarlo y que así descubrió que era hermano de la muchacha. Este cara manchada sería Luna, al que los caribes identificaban como un ser masculino.


Este sería el origen de los hombres que habitaban los que se conoce como Guayanas.


En todo caso, y aquí hago una interpretación personal,  ambas leyendas hablarían de relaciones incestuosas (las islas eran pequeñas) y esto explicaría la deformación de los rostros o las llagas que aparecen en algunas representaciones. Fue hasta que los hombres y mujeres de distintas islas se aparearon, que la descendencia dejó de tener malformaciones.


A estas deformaciones las consideraron los españoles como sífilis, pero es probable que sea una interpretación equivocada, como cuando creyeron que las figuras representaban a hombres jorobados, cuando en realidad querían representar a hombres con caparazón de tortuga


Por lo que se refiere al de los habitantes de Haití, llamado La Española por los conquistadores, dice la leyenda que los hombres estaban muy deseosos de mujer y que un día que fueron a lavarse encontraron a cuatro seres que no tenían sexo, y quisieron capturarlas pero se les escurrían de las manos.


Entonces un cacique ordenó que mandaran a los caracaracoles, que por tener manos ásperas podían atraparlas. Así lo hicieron y las ataron a un árbol. Luego trajeron a un pájaro carpintero que les hizo agujeros  “donde ordinariamente suele estar el sexo de las mujeres”

lunes, 1 de febrero de 2016

Google Maps no es un dios



Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
Google Maps no es un dios
La distancia más corta entre dos puntos no es la línea recta cuando se trata de las carreteras mexicanas, a menos que se trate de la distancia que separa la vida de una mujer de 25 años a la muerte.
No es la primera vez que consultar Google Maps causa un asesinato. Carlos Miguel Salazar Ramonet era comandante de la Octava Zona Naval Militar con sede en Puerto Vallarta, Jalisco. Después de pasar un fin de semana con su esposa regresaba a trabajar cuando encontró un bloqueo en una caseta de cobro a la altura del municipio de Ecuandareo, Michoacán.
El oficial de marina no podía darse el lujo de no llegar a tiempo a su trabajo, de manera que consultó el GPS de Google Maps y vio que había un atajo. Como lo muestra el documental Tierra de Cárteles, nominado al Oscar, en Michoacán las mismas personas que visten uniformes de la policía rural cocinan metanfetaminas en rancherías del estado. No ha sido tampoco inusual que militares se asocien con grupos de narcotraficantes para transportar marihuana en la entidad.
La escena de la preparación de anfetaminas, filmada en Tierra de Cárteles debió haber sido realizada  por esas mismas fechas:  el comandante de la Marina  que consulto el sistema de posicionamiento global que lo llevó a la muerte, fue asesinado el 28 de julio de 2013.
La camioneta donde viajaba no estaba blindada porque no estaba en misión oficial, solo regresaba de tomar un descanso en la Ciudad de México. No se molestaron los criminales  en averiguar quien viajaba en ella; nunca fueron agredidos, solo dispararon sobre el vehículo. Salazar Ramonet, dice una de las versiones, quiso proteger con su cuerpo el de su esposa, lo consiguió a costa de su vida y la de su escolta.
En diciembre pasado unos amigos manifestaron su intención de ir de viaje a Ixtapa-Zihuatanejo, lo harían por tierra. Consultaron Google Maps que informó que la ruta más corta desde el Distrito Federal (todavía se llamaba así) era por Toluca y Ciudad Altamirano. 6 horas y 48 minutos, en lugar de las 7 con 51 minutos que representaba la autopista a Acapulco. Además, mucho más barato.
Como periodista, sin embargo, estoy acostumbrado a no confiar en una sola fuente. En la página Trip Advisor, aparece esta leyenda: 3 - Via Toluca-Ciudad Altamirano: La peor ruta de todas. Solo la nombro para comentar que hay otro camino. Pero no recomendaría utilizarla salvo una catástrofe natural que no permita ir por alguna de las otras dos opciones de arriba.
En respuestas de Yahoo a la pregunta de cómo llegar a Ixtapa-Zihuatanejo aparece lo siguiente:
Jamás vayan por toluca a zihuatanejo;, esta peligroso y llena de narcos! Tuve la mala experiencia donde se bajaron unos narcos con ak47 en las manos apuntado me.
En un tramo de 4 horas ni una patrulla vi, y esta super vacía. No vayan por la ruta como dice el google maps y gps porfavor. Ojoooo. (
Sic)
Pero seguramente esta advertencia no fue leída por la pareja de jóvenes empleados del Seguro Social. Peor aún, viajaron de noche y todavía más grave, en un auto caro. Obvio no querían arriesgarse a una descompostura en el camino.
El medidor de distancias de Google Maps no tiene por qué advertir de narcos, complicidades o incumplimiento del operativo Tierra Caliente. Sólo cuenta kilómetros.

Una luna de miel sangrienta fue el resultado. En México los narcotraficantes y sus protectores, quienes quiera que sean, no se toman el tiempo de pensar nada. Primero disparan. Así ocurrió con el oficial de marina en julio de 2013, como con los lunamieleros del 2016
En estos días se conmemora el 44 aniversario del asesinato de Genaro Vázquez Rojas. La culata del rifle de un soldado le hundió el cráneo. Por esos mismos tiempos un militar, Acosta Chaparro poseía tierras en Guerrero donde se sembraba amapola.
Nadie culparía a la institución llamada Ejército Nacional de complicidad con el narcotráfico, pero algo debe estar pasando para que el operativo Tierra Caliente sea un completo fracaso, la ineptitud de algunos mandos o la participación activa de otros. Tampoco  parece haber voluntad de los mandos civiles por dilucidar este problema.
Tampoco es que sea fácil. Demasiada desconfianza y división existe entre los mexicanos, para que los mandos civiles quieran ofender a los que tienen la concesión legítima y constitucional del uso  de las armas. La mejor solución parece ser el mando único en los estados, al menos así habría menos cabos sueltos en las negociaciones con el crimen organizado. (Someterlo por completo, está históricamente probado, es poco menos que imposible)
La tecnología es una extraordinaria auxiliar. Los satélites pueden captar casi todos los plantíos de amapola, pero se necesitan hombres en tierra que analicen y elaboren logísticas, no sólo de combate, sino para ofrecer empleos y fuentes de trabajo ahí donde se sabe que manda el crimen. Como lo saben muchos viajeros que no confían en la ruta  GPS de Toluca y Ciudad Altamirano para llegar a Ixtapa-Zihuatanejo.
Como no lo sabía el trabajador por la salud pública que en lugar de luna de miel, padeció de una luna sangrienta.


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